PREEXISTENCIA
“Pablo, esclavo de Jesucristo y llamado a ser apóstol, separado para las buenas nuevas de Dios, que él prometió antemano mediante Sus profetas en las sagradas escrituras, acerca de Su Hijo, que provino de la simiente [spérma] de David según la carne, pero que con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de la santidad mediante la resurrección de entre los muertos—sí, Jesucristo nuestro Señor[1].”
Rom 1:1-4
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los seres humanos [anthropos], Cristo Jesús, ser humano [anthropos]… Ahora bien, un mediador no es de uno solo, pero Dios es uno”
1 Tim 2:5; Gal 3:20 [cp. 1Cor 8:4-6]
Varios pasajes bíblicos han sido interpretados como que Jesucristo existió de alguna u otra forma literal [como espíritu o persona] en unión con Dios antes de su nacimiento [génesis; Mat 1.1, 18] aquí en la tierra. La mayoría de estos pasajes bíblicos se encuentran en el Evangelio de Juan (3:31; 6:38; 62; 8:42; 58; 16:30; 17:5). Pero se argumenta si estas afirmaciones son claras y debemos aceptar la enseñanza bíblica de que Jesús [no claramente enseñada en las escrituras] preexistió su “nacimiento”. Esta creencia es una de las bases para “la confesión de fe de Westminster”, compartida por toda iglesia ortodoxa:
“[Creemos que] en la unidad de la Deidad hay 3 personas, de una sustancia, poder y eternidad; Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. El Padre es de nadie, ni engendrado ni procediendo: el Hijo es eternamente engendrado del Padre: el Espíritu Santo eternamente procediendo del Padre y del Hijo.”
Pero hay otros pasajes bíblicos que no son vistos en este mismo sentido literal, aunque frecuentemente las personas que lo oyeron no las entendieron. Muchos de estos pasajes también se encuentran en el Evangelio de Juan (2:19-20; 3:3-4; 4:13-15; 4:34; 6:50).
¿Por qué son estos versículos vistos de una forma diferente sólo en relación a Jesús y no a otras personas?
Nuestro enfoque debería de ser que, exactamente, es lo escrito [lo que Dios quiere comunicarnos] y no lo que teólogos, iglesias o denominaciones puedan o no interpretar como “revelación” o “iluminación” divina, ya sea personal o congregacional.
Es el deber de todo aquel que se llame Cristiano someter a prueba todo espíritu que se dice salir de Dios; en esto, conocer la verdad, saber de quién somos y de quien venimos. Todo de acuerdo a los mandamientos y enseñanzas bíblicas [1 Juan 4:1-6; Mat 7:13-23].
Humanidad [anthropos]: La Biblia continuamente reafirma la humanidad de Jesús [anthropos=Juan 1:30; 8:40, Hechos 2:22; 17:31, Rom 5:15, 1 Cor 15:21; 47; 1 Tim 2:5], comenzando su existencia como todo ser humano cuando nace. Los evangelios de Mateo y Lucas nos informan que María, la madre de Jesús, milagrosamente concibió por el poder del Espíritu Santo. Si Jesús no fue “creado” de una forma verdadera y existente en ese momento, ¿en qué sentido pudo haber sido el Mesías previsto como la “simiente” [spérma] de David [2 Sam 7:14] y “simiente” de la mujer en el AT [Gen 3:15]? Ya que este futuro ser es repetidamente descrito como anthropos y no como un ángel o el mismo Dios.
“El ángel [Gabriel] le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra; por eso el que ha de nacer [gennao] será santo y será llamado Hijo de Dios.” Luc 1:35
La palabra aquí traducida como “nacer” [gennao] significa procreado, o generado. Se utiliza del acto de Dios en la creación del hombre Jesús (Hech 13:33; Heb 1:5; 5.5; cf. Sal 2.7). El mensaje del ángel Gabriel es simple, describiendo una creación divina del Hijo de Dios por medio de Su Espíritu, en el útero de la mujer María. Hecho de tal manera en orden de cumplir con las profecías Mesiánicas de un hijo natural, cual Dios mismo entronizaría como Rey y Salvador del mundo [De 18:15-22]. Cumpliendo los requisitos del “cordero de Dios” como un “macho entero perfecto…sin mancha ni contaminación” [Heb: tamím; Lev 1; 4:32-34; 5:6]. De esta manera también supliendo todos los requisitos y títulos asociados con “el ungido de Dios” [Heb=masshiak; griego=Christos]. Ya que el propósito era que el Mesías inaugura el “Reino de Dios”, donde todas las cosas serian hechas nuevas [Rev. 21-22]. Esta enseñanza apárese en el resto del NT:
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido [gennao] de Dios; y todo aquel que ama al que [Dios] engendró [gennao] ama también al que ha sido [Jesús] engendrado por [Dios].” 1 Juan 5:1
“La generación [nacimiento=genesis] de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de ellos estar juntos, se halló que María había concebido en su matriz por obra del Espíritu Santo… Así estaba planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado [gennao] en ella es del Espíritu Santo.” Mat 1:18,20
Por eso, el hombre llamado Jesús es descrito en el NT como el “unigénito” [único nacido] de Dios. La palabra proviene del koiné griego monogenes, compuesta de 2 partes: mono=solo, único; y genes=linaje, raza [del cual se origina la palabra genes, popularmente usada en la ciencia moderna]. Esta se emplea en 5 ocasiones en relación a Jesús, todas ellas en los escritos del apóstol Juan [Juan 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Juan 4:9]. Estas indican que como el Hijo de Dios, Jesús era el único nacido y representante del ser y carácter de aquél que lo engendro, Dios su Padre.
Mat 1:18:
“El nacimiento de Jesucristo fue así...” [RV 2000]
· Mateo narra el “nacimiento” de Jesucristo. Trinitarios incómodos con la palabra original “genesis” [origen, creación] lo cambiaron con “gennesis” [natividad, engendramiento].
Mientras que la mayoría de los manuscritos más tempranos están de acuerdo con la traducción: “El origen [o la creación=genesis] de Jesucristo…”, ambas variaciones [genesis y gennesis] están presente en la tradición textual. Esto implica que no fue un simple error de ortografía o coincidencia en la parte de los escribas. Mateo comienza su evangelio detallando el “libro de la genealogía [genesis] de Jesucristo”, lo que hace más probable la continuación descriptiva de un genesis. Por esto, la mayoría de los eruditos textuales concuerdan que “nacimiento” [natividad=gennesis] representa una corrupción textual.
Al mismo tiempo, algo más profundo puede estar pasando aquí. Ambos genesis y gennesis pueden significar “nacimiento”, siendo apropiado a este contexto. Entonces, ¿por qué los escribas parecen resistir la descripción original que Mateo describe como el “genesis” de Jesucristo? La respuesta se contesta ella sola. El texto original claramente nos dice que fue precisamente en este momento cuando Jesucristo vino a existir [ósea, se originó]. Es un punto de hecho que en la narración de Mateo, ya sea aquí o en el resto del libro, no sugiere que había una noción de que Cristo existía antes de su nacimiento. De todos modos, escribas ortodoxos encontraron uso de este recuento de Mateo, en particular junto con las declaraciones del evangelio de Juan, cual apoya la noción de la preexistencia de Jesús junto con el Padre antes de su apariencia en la carne.
La doctrina ortodoxa por su puesto representaba una conexión de estos puntos de vista cristológicos, a fin de que Jesús fuera confesado como “encarnado [evangelio de Juan], a través de la virgen María [evangelios de Mateo y Lucas].” Cualquier creyente de esta doctrina bien hubiera visto de reojo la implicación que Mat 1:18 esta describiendo un origen de Jesús y con razón hubiera tratado de clarificar el texto substituyendo una palabra que “significaba” la misma cosa, para que al mismo tiempo no fuera mal interpretada. [Véase: Corrupciones Textuales al NT a favor de la posición Trinitaria]
Concepción y generación marcan el punto cuando un ser humano comienza a existir [vivir], opuesto a alguien que no existe [vive] anteriormente. El Hijo de Dios tiene un principio en la historia de la humanidad y no en una concepción misteriosamente “eterna”.
Esto compagina exactamente con la promesa que el Mesías seria del “simiente” [spérma=descendencia=raza] de la mujer Eva [Gen 3:15]; siendo un profeta como Moisés [ser humano], escogido de entre los Israelitas [De 18:15-19]; simbólicamente descendiente del Rey David [2 Sam 7:14]. Dios, en un preciso momento en la historia humana, inició la historia de Su único hijo. Este fue un hijo por medio de quien Dios expresamente dice que no hablo “en otros tiempos” [Heb 1:1-2]. ¡Y naturalmente, ya que este futuro [prometido, profetizado] hijo no pudo haber existido!
En unas pocas páginas después, Lucas rastrea el linaje de Jesús desde Adán, quien también es llamado “Hijo de Dios” [Luc 3:38]. El paralelo es sorprendente e inmensamente informativo. Así como Dios divinamente hizo y creo al primer ser humano [adam; Gen 1:27; 2:7], a Su debido tiempo, Dios milagrosamente creó [dentro del útero de una mujer humana] uno que iba a ser sobrenaturalmente el “único nacido” Hijo de Dios.
El lector atento a las sagradas escrituras también oyera ecos de la nación de Israel como hijo, primogénito, de Dios (Ex 4:22[2]; Oseas 11:1) y de los reyes Davídicos (Sal 2). Como la nación de Israel antes que él, Jesús, como escogido de Dios, pasa por agua para comenzar su viaje espiritual [Luc 3:21; cp. Ex 14-15; en el desierto y bajo pruebas]. Jesús se demuestra ser el hijo obediente en diferencia a Israel, que desobedeció en el desierto [Ex 14-17; 32-34; Núm. 11].
Jesús, como hijo de Dios, es “llamado Hijo del Altísimo” [Luc 1:32; 8:28]. Este título también es dado a cristianos como “hijos del Altísimo” [Luc 6:35; cp. Sal 82:6]. La filiación royal de Jesús es establecida por su milagroso engendramiento. Aunque, obviamente, nosotros no fuimos engendrados de la misma forma, sin embargo, podemos recibir un nacimiento sobrenatural espiritual, naciendo de nuevo bajo la influencia del Evangelio [Gal 3:2; Efe 1:13, 14; Rom 10:17; Mat 13:19; Luc 8:11, 12; 1 Pe 1:23-25; Santiago 1:18]:
"Si dices que no alcanzas a ver diferencia alguna entre Cristo y los demás, ya que todos somos llamados hijos de Dios, respondo que si nosotros somos llamados hijos de Dios es simplemente por su don y gracia, siendo él [Jesús] el autor de nuestra filiación, y así él es llamado Hijo de un modo más excelente. Por eso se emplea el artículo y a Cristo se le llama el Hijo de Dios, para mostrar que él no es hijo en el mismo sentido general que nosotros, sino en uno muy especial y peculiar. Es hijo natural; los demás no lo son, pero son hechos hijos de Dios, y por eso somos llamados hijos por adopción." (9a) De Trinitatis Erroribus [Sobre los Errores de la Trinidad], Miguel Servet, Haguenau, 1531.
El hecho de que Mateo pueda hablar del “nacimiento” [gennao] de Jesús, sugiere que para él la generación [por la intervención del Espíritu Santo] es lo que causo a crear al Hijo de Dios. La acción creadora, milagrosa, de Dios en la concepción de Jesús permitió que su nacimiento fuese.
No hay ninguna sujeción en la lectura y uso de palabras, de un ser preexistente o en transición, pasando de un estado de ser [con Dios en el cielo] a otro [3]. El proceso por cual Jesús vino al mundo es definido precisamente en términos teológicos por el ángel Gabriel. Plantando la base fundamental del resto del NT y materializando las promesas proféticas del AT.
Algunos dicen que Juan 1:1 [“en el principio era la palabra”] nos presenta con una segunda persona quien existe antes de su concepción. Si este argumento fuese verdad, entonces el apóstol Juan estaría contradiciendo el resto del NT. El Jesús de Mateo y Lucas claramente sostienen una concepción y nacimiento terrenal, meses después que su primo, Juan el bautista, y no “eternamente engendrado”.
Juan no escribe: “en el principio era el hijo de Dios” o “en el principio era Jesús”. Lo que está escrito es: “en el principio era la palabra”, y “palabra” [logos] no es en mayúscula [como si se estuviera refiriéndose a un ser humano]. Por lo tanto, no es correcto traducir lo siguiente como que “todas las cosas fueron hechas a través de él”. Esta traducción inapropiadamente nos lleva a creer en la “palabra” como una segunda persona divina, en vez del plan o mente de Dios. Ocho traducciones de koiné griego original, antes del Latín Vulgata [de cual proviene la RV], no leen así. Este versículo aparece como “todas las cosas fueron hechas a través de ese [o este]”, ya que la palabra logos gramáticamente es neutro.
La “palabra” [logos] conlleva el sentido de un plan o propósito. Entonces, se puede decir que es la inteligencia expresiva, mente, pensamiento del único Dios. Ya que la “palabra estaba con Dios y la palabra era Dios”. Es la única forma de entender y explicar como algo puede ser y al mismo tiempo estar con uno mismo.
La promesa de un hijo ciertamente es desde el principio[4]. Sin embargo, este hijo todavía era el objeto de la promesa relatada en 2 Sam 7:14. David nunca se imagino que el prometido hijo de Dios [“Mi hijo”=descendiente de David] ya existiera. Este hijo sería engendrado a su debido tiempo. El fue “levantado”—apareciendo en la escena de la “historia humana”—cuando María dio a luz. Hech 13:33 aplica “hoy mismo te he engendrado” [Sal 2:7] al origen milagroso de un hijo en el útero de una mujer humana, la virgen María.
La palabra, plan y promesa [al. “verbo”] que existía desde el principio también era "con Dios." En la literatura poética de la Biblia se dice que las cosas son "con Dios" cuando existen como decretos y promesas en Su “plan divino” [Job 27:13; 10:13; 23:14]. La “sabiduría” también era “con YHWH [Dios]” desde el principio, pero “ella” no era una persona en el sentido literal [Pro 8—véase “personificación”]. La “palabra” es tan íntimamente identificada con Dios, que Juan nos dice: ¡“y la palabra era Dios”!
Sal 8:5 dice que el ser humano fue hecho un poco menor que los dioses[5], coronado de gloria y honra ya que todo fue sometido a él. Estos versículos también son aplicados a Jesús como ser humano [hijo del hombre]. Pero por la gracia de Dios, la misión cumplida y muerte que Jesús sufrió, ahora resulta en beneficio para todos. También el autor de la epístola a los Hebreos dice que Jesús fue perfeccionado y aprendió la obediencia por medio de sus experiencias aquí en la tierra [Hebreos 2:10, 5:8].
Ahora, si la Biblia se traduce como que Jesús vino del cielo, dice lo mismo acerca de otros hombres:
“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.” Jer 1:5
Estas palabras, si son aplicadas de la misma forma como a Jesús, implican que el profeta Jeremías también existía [de alguna u otra forma] antes de su nacimiento, pero nadie las interpreta como tal. ¿Porque? Porque implican que antes que el profeta naciera ya era una persona existente, quien Dios ya conocía y nombraría como profeta a las naciones [figurativamente una misión ya preexistente, planeada y cumplida][6]. Otro ejemplo:
“Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo, lo llamé, lo bendije y lo multipliqué.” Isa 51:2
Como Dios ya había decidido que Abraham tendría una descendencia numerosa, habla de aquello como que ya aconteció antes que físicamente se hubiera realizado [Isa 46:10, 49:1-3, Rom 4:17].
Otro ejemplo:
“Tus ojos vieron mi embrión [gólem[7]], y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas.” [8] Sal 139:16
El NT nos ofrece un relato parecido a este donde Dios ya ha escogido a los cristianos antes que el “mundo” [kosmos] fuera, como que de tal manera ya existían de una u otra forma:
“Dios nos escogió en Él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él.” Efe 1:4
Literalmente podemos concluir que si Jesús es descrito de esta misma manera, también preexistían las personas elegidas por Dios. Pero en realidad, Pablo está hablando de una forma de predestinación, el hecho de que Dios conoce de antemano quiénes van a nacer y qué papel harán en su plan y propósito. Unos versículos más adelante el Apóstol nos dice en una forma explícita que:
"En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados [proorizo[9]] según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad,”
Efe 1:11; cp. Rom 8:29-30
Dirigiéndose a Timoteo, Pablo le dice que:
“Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por Su propio propósito y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes de los siglos [aiónios[10]]"
2 Tim 1:9
¿Si todos los creyentes ya preexistían antes de los siglos [aiónios], qué significa esto? De la misma forma el apóstol Pedro nos dice sobre la "preexistencia" de Jesús que “él estaba destinado [proginosko[11]] desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por amor a nosotros” [1 Pe 1:20].
Cuando Jesús habla de "la gloria que tuve [echo[12]] contigo antes de que el mundo fuera” (Juan 17:5), es obvio que Jesús no estaba gozando de esa gloria cuando hizo esta declaración, puesto que las escrituras enfatizan que sólo se hizo heredero de esa gloria al completar en la cruz su misión y victoria sobre el pecado (Heb 2:9; Hech 3:13; 1 Pe 1:21; Luc 24:26; conf. Juan 7:39; 12:16).
Rom 1:3 dice que “según la carne” el hijo de Dios “vino hacer” [ginomai] del linaje de David. Pablo confirma que “Dios envió a su Hijo, nacido” [ginomai=vino a existir] procedente de una mujer” [Gal 4:4]. Si Jesús, de alguna u otra forma ya existía previamente, estas declaraciones se contradijeran y por lo tanto, serian falsas. El segundo [“acerca de”] dice que Jesús "con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de la santidad mediante la resurrección de entre los muertos” [Rom 1:4]. Note que la resurrección no constituye a Jesús como hijo de Dios, lo anuncia [horizo=“marca”] con poder, su filiación es determinada en su “generación” [genesis, Mat 1:1, 18] en el vientre de María.
Jesucristo es el único hombre, hasta ahora, que ha experimentado 2 esferas de existencia. Como el hijo de Dios [“según la carne”] Jesús vivió en pobreza y humildad sobre la tierra [Fil 2:5-8]. No a muchos se le fue revelada su verdadera identidad. Pero en su resurrección, el fue llevado a la diestra de Dios y este ser humano entro a una nueva fase de existencia. La resurrección es una poderosa confirmación de su nombramiento [marcación=horizo] como el verdadero, ungido-escogido, hijo de Dios. Entonces, podemos hablar de su resurrección como una “generación corporal” que lo marca “con poder” el hijo de Dios. Esto viniendo después que el físicamente y literalmente nació de su madre, María.
Tanto la existencia de Jesús antes que el mundo fuese, como su glorificación, solamente pudieron haber existido en forma anticipada en la mente y propósito de Dios. Este propósito fue a Su tiempo revelado por medio de los profetas y después realizado en un ser humano [anthropos]. Por eso, Jesús dice:
"A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él..." Mat 26:24
Los pasajes que son citados para apoyar la idea de la "preexistencia" literal de Jesucristo no establecen con certeza si ya existía en el cielo antes de nacer. Simplemente enfatizan en un lenguaje figurativo la promesa desde el principio [después de la caída y comienzo de la “historia humana”—Gen 3:15]. Una promesa prevista no solo por los profetas, sino también por el “padre de la fe”, Abraham [Juan 8:56; Heb 11:13]. Marcando un acontecimiento que fue determinado y autorizado por el Padre celestial, desde antes de la creación del mundo[13]:
“Tal vez alguien pregunte: « ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vendrán?» ¡Qué tontería! Lo que tú siembras no cobra vida a menos que muera. No plantas el cuerpo que luego ha de nacer sino que siembras una simple semilla de trigo o de otro grano. Pero Dios le da el cuerpo que quiso darle, y a cada clase de semilla le da un cuerpo propio. No todos los cuerpos son iguales: hay cuerpos humanos; también los hay de animales terrestres, de aves y de peces. Así mismo hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero el esplendor de los cuerpos celestes es uno, y el de los cuerpos terrestres es otro. Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo. Así sucederá también con la resurrección de los muertos. Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción; lo que se siembra en oprobio, resucita en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucita en poder; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual.
Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual. Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el espíritu que da vida. No vino primero lo espiritual sino lo natural, y después lo espiritual. El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo. Como es aquel hombre terrenal, así son también los de la tierra; y como es el celestial, así son también los del cielo. Y así como hemos llevado la imagen de aquel hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. Les declaro, hermanos, que el cuerpo mortal no puede heredar el reino de Dios, ni lo corruptible puede heredar lo incorruptible. Fíjense bien en el [secreto sagrado] que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados. Porque lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad. Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria.»” 1 Cor 15:35-54
“Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales. El que no tiene el espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque « ¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.” 1 Cor 2:10-16
[1] La frase nuestro Señor Jesucristo, (o «Jesucristo es Señor») se halla en las más antiguas confesiones de fe; véase Hech 2.36; Ro 10.9; Fil 2.11.
[2] En la sociedad israelita, el primogénito, o hijo mayor, tenía privilegios y derechos especiales en cuanto a la herencia; al propio tiempo, este primer hijo pertenecía a Dios (Ex 13.2; 22.29-30; 34.19-20). Jehová exige del faraón la libertad de Israel, nación que le pertenece como propiedad exclusiva (cf. Ex 19.5-6).
[3] “Hay algunos también que sostienen que Él [Dios] también produjo a Cristo como Su propio Hijo, pero de una naturaleza animal y que se hizo mención de el por los profetas. Este Cristo paso por María igual como agua pasa por un tubo; y bajo a él en forma de una paloma en el momento de su bautismo, ese Salvador que pertenece a la Pleroma y fue formado por los esfuerzos combinados de todos sus habitantes.” [Ireneo, Contra los Herejes, 1,7,2]
[4] De acuerdo a Gen 3:15, este plan comienza con el “simiente”, cuál iba a destruir al “simiente” de la serpiente. La “historia de salvación” tiene su inicio con este incidente. Entonces, se puede decir que antes de la caída no hay una “historia humana”, ya que el ser humano [adam] es sin pecado y por lo tanto, no confinado a ningún tipo de “historia” [con principio o fin].
[5] Sal 8:5: “Le has hecho poco menor que los ángeles”: la palabra traducida “ángeles” es del hebreo elojím=dios. También traducido como: un dios, los ángeles o seres celestiales.
[6] Dios Padre nunca se refiere a Su Hijo Jesús de esta forma. Si lo hubiera hecho, este tema de “preexistencia” no fuera debatido. Declaraciones acerca la enseñanza y confesión de fe en la biblia siempre son claramente expuestas y explicadas.
[7] Las primeras historias mitas sobre golems se remontan al principio del judaísmo. Los golems fueron creados por personas creyentes y cercanas a Dios.
Como Adán, el golem es creado del barro insuflándole después una chispa divina que le da la vida, de manera que la creación de Adán es descrita en un principio como la creación de un golem. Desde este punto de vista, algunas personas con un cierto grado de santidad y acercamiento a Dios podrían adquirir algo de su sabiduría y poder. Uno de esos poderes sería el de la creación de vida. Sin embargo, no importa qué grado de santidad tuviera una persona, el ser que creara sería solamente una sombra del creado por Dios ya que, entre otras cosas, el golem carece de alma.
[8] El libro de los Salmos menciona varios libros que están en poder de Dios. Aquí se trata del libro en el que están escritas las acciones futuras de los seres humanos, tal como la sabiduría de Dios las tiene previstas. Véanse también Sal 56.8; 69.28
[9] Nota: Este verbo debe ser distinguido de proginosko=conocer con antelación [antemano]. Este último se refiere especialmente a las personas conocidas por Dios con antelación; proorizo se refiere especialmente a aquello a lo que son destinados=ordenados de acuerdo a Su conocimiento anticipado.
[10] El significado y uso de esta palabra en koiné griego varía y por lo tanto es debatida entre teólogos. Puede describir duración [ya indefinida pero no sin fin—Rom16:25; 2Ti 1:9; Tito 1:2] o indefinida debido a que no tiene fin [Rom 16:26] y los otros 66 pasajes en que se halla en el NT.
El significado predominante con el que se utiliza en todos los pasajes del NT [con la excepción de lo relacionados anteriormente] se puede ver en 2Cor 4:18, donde se pone en contraste con proskairos [lit.: «por una temporada»] y en Fil 15, único lugar donde se usa sin un nombre en el NT. Además, se usa de personas y cosas que por su misma naturaleza son sin fin, como Dios [Rom 16:26; Su poder 1Ti 6:16 y Su gloria; 1Pe 5:10]; del Espíritu Santo [Heb 9:14]; de la redención efectuada por Cristo [Heb 9:12], y de la consiguiente salvación de los hombres (5.9), así como de su futuro gobierno [2Pe 1:11], que en otros pasajes es descrito como sin fin [Luc 1:33]; de la vida que reciben aquellos que creen en Cristo [Juan 3:16], con respecto a los cuales Dios ha dicho: «y nunca perecerán» (10.28), y del cuerpo de resurrección [2Co 5:1], que en otros pasajes es declarado «inmortal» [1Co 15:53], en el que aquella vida llegará finalmente a manifestarse [Mat 25:46; Tito 1:2].
También al pecado que «no tiene jamás perdón» [Mc 3.29], y del juicio de Dios, inapelable [Heb 6:2], y del fuego, que es uno de sus instrumentos [Mat 18:8; 25.41; Judá 7], y del que en otro pasaje se dice que «no puede ser apagado» [Mc 9.43]. La utilización de aionios aquí muestra que el castigo mencionado en 2Th 1:9 no es temporal, sino definitivo, y, en consecuencia, la fraseología muestra que su propósito no es correctivo, sino retributivo.
[11] Del koine griego original proegnosmenou=de proginosko=conocer antes de antemano (pro=antes; ginosko=conocer). Algunos intérpretes han argumentado que Cristo no podría haber fracasado en su misión divina porque él estaba predestinado a triunfar. Esta interpretación ignora la “libre elección” e importancia real del sacrificio y tentaciones que Jesús paso [Heb 4:15]. Como un ejemplo para nosotros en nuestra batalla con el pecado, tenía que haber una real posibilidad de fracaso en su misión hacia una vida victoriosa e impecable. Dios no ordeno o predestino antes de mano que Cristo no podía fallar; más bien, Dios previó que él tendría éxito en su misión, debido a la profundidad de su amor, fe y completa sumisión a Dios Padre.
[12] La palabra traducida “tuve” es del griego echo=poseer, sostener, indicando un presente.
[13] Prolepsis: [del griego prolambanein, anticipación] En sentido literario se refiere a un salto hacia adelante en la narración, mediante el cual se adelantan al lector elementos de la trama, de modo que antes de leer la novela ya sabe o al menos intuye cuál va a ser el final: ej., “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.” —Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte Anunciada.