“VENGA TU REINO. HÁGASE TU VOLUNTAD...EN LA TIERRA”
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Una Ignorancia
Generalizada
Por casi
dos milenios los cristianos han rezado la oración del “Padre Nuestro”,
la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. Una de sus partes
dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha repetido esta
oración muchísimas veces pero: ¿Se ha detenido a pensar por un instante que
significa eso que Jesús llama: ‘reino’? Además, ¿qué está pidiendo usted
cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad...así también en la
tierra”? Es hora que usted despierte de su indiferencia espiritual y
medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Pedir sin saber o sin
comprender lo que se está pidiendo es la mayor incongruencia en un ser humano
pensante e inteligente. Millones de cristianos están pidiendo que venga
el reino de Dios a la tierra a
fin de que se haga la voluntad del Creador en el mundo, como se hace en el
cielo. No obstante, estos orantes no saben de qué se trata eso que Jesús
llama “tu reino”.
Esto es increíble, sorprendente, e Inaudito.
Ahora bien,
Jesús les dijo a sus discípulos que debían buscar y pedir por la venida del
reino de Dios a la tierra sin antes haberles dado una explicación o definición
detallada de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente, pues sus oyentes
ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas,
es decir, por el Antiguo Testamento.
El Reino y los Judíos
Pero antes de
continuar con este estudio bíblico quiero decirle que los más grandes teólogos
católicos y protestantes están de acuerdo en que el tema central de
todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará
el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros
históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban bien
familiarizados con la frase “el reino de Yahweh” (1 Crónicas
28:5- Entendiéndose por “Yahweh”, Dios). Por eso es que usted
nunca encontrará en el Nuevo Testamento una explicación detallada o poco
detallada del reino de Dios, pues no era necesario que Jesús lo definiera, ni
tampoco sus discípulos. Y Jamás leerá en la Biblia de alguien que preguntara a
Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si este sería real o
imaginario; espiritual o literal; terrenal o celestial; temporal o eterno;
presente o futuro; etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza
de aquel reino mesiánico esperado muchos siglos atrás, que Jesús no se
molestó en definir dicha naturaleza nuevamente a sus paisanos. De modo que si
usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que
averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento.
No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino
de Dios y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia.
Pues bien,
algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza
del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que
Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores
en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos
(Mateo 13:10-17). Los que no eran de él tendrían dificultad para entender sus
parábolas. Pero, ¿fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de
Dios?¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional
judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no
cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8). Si Usted
desea entender las parábolas de Jesús, solicite mi artículo: “Las
Parábolas de Jesús---Qué Significan?”
Las Parábolas
del Reino, en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19), presentan las condiciones
éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar
en ese reino esperado por los Judíos.
Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de
Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían
salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente, en sus
parábolas, que el reino de Dios exige arrepentimiento, como es en
el caso de la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere
un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu
para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo
para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo.
Para otros este “nuevo nacimiento” significa el “renacimiento en la
resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual
entraremos al reino (1 Corintios 15:50). En la Parábola de la Gran Cena
Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En
cambio, los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando
sobre su reino y poniendo las condiciones para participar en él
activamente.
¿Qué es el Reino de
Dios?
En primer
término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver
con la voluntad de Dios para con esta
tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas: ”Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra,
como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de
Dios---¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga
la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”.
El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se
estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!
¿Podría
alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la
voluntad de Dios?¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las
desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares
destruidos, los gobiernos corruptos, la violencia, los crímenes, y cosas como
éstas, Su Voluntad para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se
está haciendo la voluntad de Dios en la tierra. Dios es un Dios de paz y
no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino
confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia,
la rectitud, la ley y el orden.
Habiendo
comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra,
podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando
venga el Reino de Dios, se hará lo que Dios dice y quiere para la sociedad
humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo
contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente
y... ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos
37:9-11,20,22,34,38).
Hoy en día
los hombres están destruyendo la creación de Dios: Su tierra, Su ecología, Sus
mares, Sus lagos, Sus alimentos, Su atmósfera, Su fauna silvestre, Su flora,
etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se
derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos,
sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de
su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del
Altísimo, pues cada día estamos provocándole y ofendiéndole con nuestros actos
malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “...y tu ira ha venido...y
de destruir a los que destruyen la tierra.”
El reino de
Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han
amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al
reino de Dios. Este Reino, fue también previsto por el profeta Daniel en los
capítulos 2 y 7, en particular. Allí el profeta ve que el reino de Dios
desplaza y hasta destruye a todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve
único y poderoso por sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o
gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá
solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un
mundo con un solo gobierno y un solo gobernante? ¡Terminarían las rivalidades y
discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas,
religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes
unos de otros. En el reino de Dios, todo ello desaparecerá; y habrá, por fin, una
religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de
gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdaderas en la
tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo (Isaías 2:1-4;9:6,7).
Así como los
reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron--- y
algunos aún ejercen su poder--- así también el reino de Dios ejercerá su poder
mundial y Teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como
rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia
Católica o Protestante. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su
Biblia...¡y creerlo!. Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.
El Patriarca Abraham y el
Reino
¿Por qué
mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham
recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a su reino futuro
en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “...Alza
ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el
sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y
a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a
decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A
tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río
grande, el río Eufrates”.
Notemos que
Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido que le daría
un lugar o una tierra que se encuentra desde el río
de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Eufrates. Si uno observa estos límites
se dará cuenta que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de
Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora adviértase también que esta “Tierra
Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de
Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría
un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente
según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y
de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá.
Con el correr de los siglos, de la familia de Judá, nace Jesucristo.
Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora
veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora
bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las
simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente,
la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de
Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que
la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo.
Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente,
la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra
prometida para siempre. Además notemos que los que son de Cristo (Su
Iglesia), tendrán también herencia con Cristo de la tierra prometida.
Eso lo dice San Pablo, no quien escribe este estudio. Por tanto, si la tierra
de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el
protestantismo, en su mayoría, que nuestro paradero final eterno será el
cielo?. ¡No lo entendemos aún!
El Rey David y el
Reino
Dios inauguró
su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en
Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios
lo destituyó reemplazándolo por un pastorcito de ovejas llamado David. David
tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende
José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán,
lo cual la hace a ella también
descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer
(María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás
(Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es
el heredero del reino de David que se reestablecerá en la tierra prometida.
Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5). Jesús, por tanto, es de sangre azul y heredero
potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora!
Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías,
que fue derrocado por el rey babilónico Nabuconodosor en 586 A.C.
Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría.
Su castigo fue el destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío
fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586
a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había
profetizado por intermedio de Ezequiel el profeta, que algún día el reino de
David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel
21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le
citamos, para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones.
Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién pueda tratarse ese
descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un
futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo
en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir
libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está
con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento
Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne,
levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos
2:29,30). Es claro, entonces, que aquel que tiene el derecho de sentarse en el
trono del reino de David---el cual es llamado también: ‘El reino de Dios’--- es
el Cristo, ¡Jesucristo! Repetimos: El reino de David, que está suspendido en el
tiempo, será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el
nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay un reino
en Jordania hoy, también habrá un reino en Israel pronto.
Nada es imposible para Dios, aunque usted no lo crea aún.
El Gobierno Mundial de
Jesucristo
Jesús dijo: “Cuando
el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con
él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a
los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34).
Su dominio
(el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará
de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos
72:8). Sí, su poder será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y
segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree
usted en este mensaje del cielo?¿Le parece una historieta más?¿Un mito?¿Una
Utopía? Muchos se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera
diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si
son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A
éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no
pueden creen más en las promesas de un “mejor orden económico, político y
social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor
alternativa. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión u otro plano
existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan”
temporalmente y artificialmente de los problemas cotidianos, pero luego caer en
una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo
por una eternidad igualmente resultaría tedioso y monótono. La promesa de un
mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con
Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con
su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4).
Usted puede cambiar su vida y gozar
de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene
que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado
bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como
hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus
promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del
Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”,
de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden
mundial bajo su reino.
El problema
del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que
antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio
(Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien
recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las
Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas
ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad
bíblica.
Para mayor información escriba a:
Ingeniero Mario A Olcese, U.N.A
-C.I.P. 23641
Diplomado en Teología, “Seminario Bíblico
Baxter”, Honduras, C.A.